Por: Víctor Tostado

Una comedia romántica que nos cuenta la historia de Rafa, un chico andaluz que nunca ha tenido que salir de Sevilla para conseguir lo único que importa en la vida:  vino fino, la gomina y, por supuesto, las mujeres. Hasta que un día aparecer la mujer que se resiste a sus encantos, la bella Amaia, una mujer vasca que está de paseo por la región del este andaluz.  Rafa se involucra en un viaje  hasta  la región de Euskadi buscándola, y así se hace pasar por vasco para que la bella Amaia le pueda hacer caso, eso sí, teniendo que aprenderse   “Ocho apellidos vascos”; como reza la costumbre de la región.

Una película divertida, audaz,  de esas comedias nada pretensiosas pero que te hacen desencadenar una carcajada tras otra, la manera en que se cuenta la historia de estos personajes es lo más cómico que pueda suceder en pantalla, un amorío tan sencillo pero tan bien armado de situaciones que por momentos parecen no tener salida. La comedia española tiende también a manejar estos clichés, por momentos nada de gracia, y otros tantos llenos de risas al por mayor.
No por nada la han considerando como el gran éxito cinematográfico de España, lo sobresaliente de esta comedia es ver la manera en cómo los personajes se pueden atraer a pesar de su cultura y contexto social o político, que también lo deja muy remarcado el director de la cinta, teniendo así un buen resultado, y más, reforzado por los atardeceres de esa España que canta, que sueña,  que invita a enamorarse, tiene todos los elementos que hacen de una comedia romántica algo espectacular.

Los actores hacen lo suyo Carmen Machi irradiando belleza y fuerza en su personaje, Dani Rovira en una soberbia actuación de galán andaluz, todos guiados por la dirección de Emilio Martínez-Lázaro. Un cuadro perfecto en donde se combina tanto el guión como los actores  y crean un buen trabajo final.

Así es como “Ocho apellidos vascos”  es una entrega agradable para el espectador y los seguidores de las comedias españolas.

Recomendable.